Reseña sobre "Hamlet duele o el eco de los aplausos que ya no resuenan", de Hugo Martínez.



















El viernes pasado (14/10) fui a ver la última función de "Hamlet duele o el eco de los aplausos que ya no resuenan", de Hugo Martínez, en el Espacio Sísmico.
 
El tiempo, el espacio y el conflicto eran imprecisos. Se desdoblaban y se fusionaban los del 1600 de Elsinor con el presente, a mi entender, con el presente de la función. El vestuario estaba compuesto por remeras y calzas negras, que después cambiaban de color. Y el texto tenía poco valor al lado de los innumerables desplazamientos, contactos y apoyos de los cuerpos en escena (11 en total, 8 mujeres y 3 hombres). 

Por un lado, los tres actores expresaban de manera acentuada un aspecto de Hamlet: Julian Fuentes;. El cuerpo, relajado, entrenado y dispuesto a desplazarse constantemente; Federico Díaz;. La voz, bien proyectada, articulada y muy resonante; y Rodrigo Fedele;. El espíritu, con su particular forma de caminar y gestualizar. 
Por otro lado, las ocho actrices encarnaban a Ofelia con grandes diferencias, tanto físicas como actorales, que enriquecían al colectivo. Todas eran dueñas de una gran presencia, provocadora por momentos. 

El argumento de "Hamlet" (la obra de Shakespeare) funcionó, en mi opinión, como un disparador. El recurso de la repetición se utilizó mucho y era interesante ver cómo evolucionaban las acciones. El ritmo que marcaba y proponía cada uno de los intérpretes fue elemental, si no decaía la energía del espectáculo, y se tornaba denso y monótono. Es más, a lo largo de la función uno nunca sabía que venía a continuación.
Esta obra es del estilo de "El grado cero del insomnio".

Por tanto, si quieren ir a verla, en el caso hipotético que vuelva, tienen que estar dispuestos a ver una obra que rompe con las convenciones teatrales.

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